sábado, 20 de octubre de 2012

Beso corto y duradero



Copio aquí una poesía que me ha gustado de un autor argentino, que mantiene un blog titulado Panorámica Visión.




Un beso corto y duradero
escondido entre flores y escaleras.
Después de ese beso, nunca más voy a morir
pero, si muero, viviré siempre en ese beso.

Beso lleno de peligro, lazo mínimo sobre el corazón.
Un segundo.
Beso adolescente en el país de la experiencia,
manos hambrientas, labios hirientes, espinas clavadas en la conciencia.
Beso esperanza que no cesa, sueños de viento,
peonía que no es flor sino deseo, otro día atravesado de ilusión.
Un instante. Solo un instante.
Beso suave, puerta a un jardín desconocido,
mirada expectante cargada de infinito,
beso almíbar y salado como scone de crema dorado,
beso con sorpresa interior:
¿de dónde viene esta fuerza?

Un momento inapreciable.
Un beso que no das sino solo recibes, un relámpago de estupor,
en él, los miembros se pierden, el cuerpo vuela,
¿dónde queda el tiempo, mi amor?
Se desvanece.
Beso hiriente y profundo, que, de tierno, llega a dolorido,
beso que no existe ni en la memoria,
secreto nunca compartido.
Beso naciente y terminado
en el segundo que empezaba,
tan perfecto era.
Beso ardiente que quema,
el cerebro palpita,
y el árbol vive de savia nueva.
¿Ya termina?
Nube abierta del cuerpo, boca entregada,
beso ingrávido, corona cierta,
arrullo en silencio, don idílico,
una sonrisa por bandera.
Dulce inconsciencia.

Todo en un segundo,
beso húmedo en la nada,
rio de rocíos,
espacios innombrados, un hogar y un molino,
muérdago, espíritu,
amistad verdadera fundida en una lengua.
Beso tan hermoso, hiere tan dentro
que, al abrir los ojos, desaparece.
¿Has vivido así alguna vez un beso?

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