jueves, 7 de marzo de 2013

Penny Lane en Madrid

Hay barrios en Madrid que tocan el corazón. Sitios donde puede encontrarse un zapatero, una pastelería, o un bar como los del pueblo. Estos rincones hacen sentirse bien por su sencillez, y cada uno puede construir su pequeño espacio lleno de silencio. Como decía Cervantes en Persiles y Sigismunda, a veces las cosas simples pueden superar los disfrutes más lujosos. El narrador cuenta una humilde reunión de pescadores en la playa: “La fiesta de mis pescadores, tan regocijada como pobre, excedió a las de los triunfos romanos: que tal vez en la llaneza y en la humildad suelen esconderse los regocijos más aventajados”.

En esos barrios recoletos de Madrid, la vida transcurre como un río tranquilo. Esta misma experiencia ha sido cantada y explicada en multitud de ocasiones, como en el conocido tema que los Beatles publicaron en 1966. Cuando era niño, John Lennon vivió cerca de una rotonda en Liverpool, junto a la pequeña calle de Penny Lane. La canción, sencilla y tierna, se debe más a McCartney que a Lennon, pero es universal porque cuenta las peripecias en ese barrio ideal en el que todos hemos vivido alguna vez. En este video clip, que pertenece a la prehistoria de los videos musicales, aparecen ellos, todavía sorprendidos del cambio cultural que están produciendo. A pesar de la revolución que representan, los Beatles todavía conectaban el mundo real (su infancia, su barrio, sus sentimientos) con el arte que producen. Esa línea fina pero esencial que conecta la vida con las manifestaciones artísticas se ha perdido con muchos creadores últimos quienes, a fuerza de querer ser originales, parecen colgar su arte del vacío.

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