domingo, 17 de junio de 2012

Huir



La poesía es como el curso del sol, las estaciones o el inconmensurable ciclo de la vida: gracias a Dios, siempre vuelven.





Por qué disfrutamos con miradas, sonrisas, pensamientos,
cuando este vuelo es delirio, atardecer violento,
y felicidad sin embargo que nadie puede detener, ni sospechar,
verano que la herida refresca como el hielo,
azotea con jazmines caídos antes de nacer, confesiones de un pasado
que queremos compartir y sigue sustentando nuestras vidas,
ya perdidas sin saberlo,
cuando esta libertad que respiramos entre puestas de sol deslumbrantes,
visión panorámica y cervezas se alimenta de un suspiro,
un momento tan tenue, aletea casi ido,
ese instante divino cuando nuestras almas se tocan sin tocarse los cuerpos,
sabiendo que el universo no espera, que el tiempo amordaza,
aunque nosotros queramos beberlo en seco,
y que nuestro destino está en otro lugar, nube blanca de ansiedad,
calle sur del abismo, la seguridad de amarse en silencio,
día sin sueño, latitud desconocida, una montaña sin dueño,
la certeza de un ayer sin esta dulce entrega y de un futuro yermo,
y sabemos con certeza, como sale el sol,
como la risa ilumina el desconcierto,
que el único remedio es huir,
partir con premura, al alba y sin viento,
escapar siempre hacia dentro y brotar a lo desconocido,
hablar otras lenguas más veraces, huir sin fin,
huir sin medida, huir de lo nuestro,
huir de la niñez siempre presente, tambien huir de ese fruto dorado
que estamos acariciando,
ahogarse en el mar de no ser nadie, evaporarse en lo extraño,
huir como un ciervo, abrir nuevas entrañas, acuchillar esperanzas,
huir con llanto en sangre, viaje a ninguna parte, suicido externo,
huir hasta poder ser y no ser de verdad, resistir sin mirar atrás,
vivir ese desaparecer lento, hasta renunciar a los recuerdos,
huir del verde, del rojo y del negro, también del color,
huir del amigo feliz como un tesoro abierto,
y lo peor, nunca mas escuchar música, negar el cielo,
y al final arribar a esa orilla fatal que otros temen,
tomar el barco del olvido
y huir por fin del silencio.

1 comentario:

  1. Me encanta esta faceta tuya, tan íntima, tan humana y que tanto transmite.

    Respecto al contenido yo, optimista nata, me olvidaría de beber de las aguas del Leteo y haría mío aquello de Shakespeare: "el desdichado no tiene otra medicina que la esperanza" y me la bebería por litros.

    Un abrazo

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