lunes, 7 de mayo de 2012

Mayo

En nuestro querido Madrid, este mes de mayo está siendo extraño. El frío no cesa, el invierno de la crisis se retarda, el tiempo es gris y no termina de llegar la primavera. Tal atmósfera será buena para los mosquitos y para el cultivo del campo, pero los sentimientos están acorralados.

En esta situación siempre hay que creer que detrás de las nubes brilla el sol y que, cuando despeje la insidiosa tormenta que los hados han amontonado, aparecerá un paisaje hermoso, una primavera radiante donde pueda volarse alto moviendo las alas de la libertad.

Para justificar esa esperanza, recordemos el siguiente poema que canta la plenitud con sencillez. También del ciclo de El vellocino de oro, Hele está vestida para la ceremonia de mayo y los versos admiran su presencia.


Flores y más flores andan tu cuello,
flores que hieren y dejan ilesos
a labios como flores en tu pelo,
flores chiquitas, flores como besos.

Pasiones y flores salen de dentro:
miradas del alma, cenas privadas
o flores con quimeras en el centro,
flores de la duda liberadas.

Rosas, peonías en el talle,
gardenias dulces, jazmines, flor de té
malvas, abrazos, lirios del valle,
suculentas lilas alabándote.

Néctar, ramitas, botones primeros,
flores, amores, ¡setos enteros!

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