sábado, 3 de marzo de 2012

Jumilla


Buenos amigos de Jumilla, mi tierra natal, han tenido a bien pedirme que pronuncie el Pregón de Semana Santa de este año, lo que para mi es un verdadero honor. La Semana Santa de Jumilla constituye una fiesta entrañable, llena de sentimientos nobles y energía, por lo que es muy fácil compartir su celebración. De ese lugar mediterráneo y mesetario, arropado por una familia ejemplar, aprendí valores fundamentales, como el trabajo, la superación constante de uno mismo, o la sinceridad. Luego resultó que esos valores eran universales, como iba aprendiendo con sorpresa al descubrir a los clásicos. Ese vínculo entre las raíces y lo más sublime de la cultura humana aporta una gran seguridad y capacita para transformar el mundo. El siguiente poema contiene un canto a la fuerza de esa tierra luminosa.

Tus laderas, mareas agraces de azul infinito,
despiertan hoy de un sueño frágil de invierno
para aprender que esta primavera no hay más miel que la sed.
Esas piedras afiladas como los pensamientos que regalas,
Jumilla, han conocido tanto tomillo y romero
han visto con su sonido de metal tantos arados
y han soportado tantos hombres y mujeres,
piedras compasivas, que han sentido con ellos
las alegrías y las penas de sus corazones alados,
soñando con nuevos horizontes.
Ese sentimiento del color del vino que en primavera se hace sangre,
olor penetrante que se despierta fértil en el sueño,
esos colores brillantes como el sol de madrugada,
brotes ácidos de viña y las águilas que sobre ellas se extinguieron
son la fuerza que alimenta el breve espacio de mi vida
mientras sucumbe la espera lejos de ti.
Pureza, franqueza, simpatía, templanza, esos valores sencillos,
son luces tenues en la ciudad lejana.
Venga sobre mí la estricta orden que impones
de realizar en tu nombre tareas imposibles,
esa rueda secreta e ilustre del tiempo
que va de tu tierra arrugada
a mi corazón herido
de tu Semana Santa
a la amargura de sufrir sin sentido.
Y al mundo que exige lo disfrutemos
también que lo amemos
y que desesperadamente lo salvemos.

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