martes, 15 de mayo de 2012

Despedida

Este blog ha cumplido una función y es hora de clausurarlo. Desde que se inició ha servido para publicar poesías, pensamientos y opiniones sobre literatura y arte de este humilde observador. El origen de todo ello es un maremoto creativo que surgió del dolor a finales de 2010. Después vino más dolor, asombro, alegría y, por fin, una experiencia espiritual, como una gran ventana abierta a la luz de la plenitud. Sin embargo, cuando los sentimientos superan a la naturaleza humana, solo queda el silencio. Y en silencio comienza una nueva etapa, cada vez más cerca del acto final.

Una de las enseñanzas más importantes del experimiento realizado en este blog es, precisamente, que la poesía y en general la creación artística son búsquedas constantes que nunca llegan a su objetivo. Captar y expresar los sentimientos, sobre todo el misterio del amor, con los pobres medios de que disponemos es tan arduo que esa búsqueda debe combinarse con la rendición a los clásicos, y a veces también con el silencio. La pequeñez de los pequeños artistas queda más en evidencia al revisitar los clásicos, aunque ellos siempre nos compensan.

En esta despedida, quiero recordar la captación minimalista del amor auténtico que hizo San Juan de la Cruz en su Cántico Espiritual, cuyo primer verso da título al blog.

¿Adonde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido,
salí tras ti, clamando, y eras ido.

Y también recuerdo los apasionados sonetos de Shakespeare, como el número 29, entre muchos otros admirables:

When, in disgrace with fortune and men's eyes,
I all alone beweep my outcast state
And trouble deaf heaven with my bootless cries
And look upon myself and curse my fate,
Wishing me like to one more rich in hope,
Featured like him, like him with friends possess'd,
Desiring this man's art and that man's scope,
With what I most enjoy contented least;
Yet in these thoughts myself almost despising,
Haply I think on thee, and then my state,
Like to the lark at break of day arising
From sullen earth, sings hymns at heaven's gate;
For thy sweet love remember'd such wealth brings
That then I scorn to change my state with kings.

Que traduzco en verso blanco:

Cuando, en desgracia con la fortuna y a los ojos de los hombres,
lloro totalmente solo mi estado descastado,
y molesto al sordo cielo con mis gritos sin sentido
y me miro a mi mismo y maldigo mi destino,
deseándome como otro más rico en esperanza,
vestido como él, como él poseído de amigos,
anhelando el arte de ese hombre o el alcance del otro,
o al menos contentado con lo que más disfruto …
Con estos pensamientos casi despreciándome,
felizmente pienso en ti, y entonces mi estado,
como la aurora al romper el día levantándose
desde la adusta tierra, canta himnos a las puertas del cielo.
Porque tu dulce amor recordado tanta riqueza trae
que entonces renuncio a cambiar mi estado con los reyes.

El amor es un enigma que solo los grandes han logrado atrapar … en parte. Esa fuerza violenta que nos reúne con la creación supone, para los débiles humanos, euforia, plenitud, y al mismo tiempo angustia y ansiedad. Y es mucho más fácil expresar los sentimientos positivos dejándose llevar por la embriaguez del amor que describir la congoja y el desconsuelo asociados a sus flechas de fuego. Para terminar este blog, registramos un último poema de la serie El vellocino de oro, que trata de acercarse a ese sufrimiento.

Rosas compasivas y alondras, atletas de brazos tensos,
ríos de amistad, blancos cuentos y fuentes escondidas
componen la música que llenaba el universo.

Al caer la tarde, espinas de cardo, agua insípida, melodías detenidas,
la pesadilla de una noche sin sueño,
muerte en vida es el silencio.

El corazón se ha roto en estrellas,
ventana abierta hacia ninguna parte
llena de luz oscura, amor imposible sin dueño.
Vivir sin aire, beber sin agua, morir sin cielo.

La música se ha tornado en espera,
el silencio ha detenido a los astros, el vacío quema,
tu palabra se ha hundido en dolor,
pero ya nada importa: calladamente muero.

A todos los seguidores de este modesto blog: Muchas gracias y Au revoir, que no Adieu. Hasta la vista porque, en esa búsqueda constante, habrá mas ocasiones de escribir poesía. 

1 comentario:

  1. Yo siento que lo cierres (te voy leyendo a ratos y no he terminado de leerlo todo) pero, obviamente, es tu decisión.

    Las gracias, en todo caso, habría que dártelas a tí por habernos dejado leerte.

    Y yo, en lugar de un "Au revoir", te digo un "À tout a l'heure".

    Un saludo.

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