martes, 3 de abril de 2012

Tu inteligencia





Muchas veces me he preguntado cómo consideraríamos a Shakespeare si hubiese escrito solo una o dos de sus grandes obras, Hamlet o El sueño de una noche de verano o El mercader de Venecia o Romeo y Julieta, pero el caso es que escribió todas ellas y más. ¿Por qué Shakespeare es tenido por uno de los más grandes poetas del universo? Por la sencilla razón de que describe como nadie las pasiones humanas. Por ejemplo, el amor. También retrata el odio en el Yago de Otelo, y la senectud en Lear y Macbeth, pero sus mejores trazos los reserva para pintar el amor.

Romeo y Julieta es el amor joven, Hamlet el maduro, y en otras obras se hace festivo. La gracia de Romeo es que primero está enamorado locamente de Rosalía pero, cuando ve a Julieta, el sentido de su vida cambia. Lo candoroso de Julieta es que rechaza en matrimonio a Paris y quiere seguir siendo doncella, pero, cuando ve a Romeo, su corazón se funde y dispara. La escena del baile en la que los labios de él se hacen pasar por santos para llegar a su destino, y luego repite el beso para quitar el pecado, es una de las más emocionantes de todos los flirteos habidos y por haber. ¿Cómo es posible que los jóvenes de hoy nazcan al amor sin haber experimentado los versos sublimes de estos dos nobles italianos? Seguramente su amor será más inmediato pero también más pobre.

Uno de los rasgos de Romeo y Julieta es que los dos están perdidamente enamorados uno de otro, y esto les lleva a idealizar a su pareja. La idealización del sujeto amado se verifica en numerosas obras de todos los tiempos. Así se observa también en este verso de Frixo de la serie El vellocino de oro, que es muy anterior a las obras de Shakespeare.


Ni un pétalo sobrevive al invierno,
el tiempo útil se va pensando,
el poeta más fértil acaba yermo,
los montes se terminan marchitando.

Toda vida hacia su fin camina,
los cultivos regados de paciencia,
la música en silencio termina;
así todo, menos tu inteligencia.

Ese palacio de aire frondoso,
ese hondo donde hallo abrigo,
ese hablar pausado deleitoso,
esa palabra mullida de amigo.

Unido a ti, el tiempo no pasa,
tu inteligencia construye mi casa.

sábado, 31 de marzo de 2012

Rusia en el Prado



La exposición El Hermitage en el Prado, que tenemos en Madrid hasta comienzos de abril, es un maravilloso compendio de historia del arte. El Museo del Hermitage decidió enviar al Prado una selección de primera categoría, que abarca desde joyas arqueológicas de gran valor hasta pintores impresionistas y del siglo XX, pasando por clásicos centrales europeos como Rembrandt o Caravaggio. Con esta colección tan concentrada y de tanta calidad, la visita se convierte en un arrebato constante, y los ojos salen rebosando belleza. En Madrid hemos admirado esta estrella fugaz, llena de público cada día, que durante unos meses se ha sumado al firmamento de nuestro bien consolidado paseo del arte. (A propósito, en ese espacio acaba de aparecer la Gioconda de Madrid, sobre la que hablaremos otro día).

La muestra del Hermitage dice tanto sobre la historia de Rusia como sobre la historia del arte. Los sucesivos zares, Pedro I, Catalina II o Nicolás I, fueron enriqueciendo la colección estatal rusa, con obras provenientes de los más diversos orígenes. Oro de los griegos, joyas de los nómadas de Asia Central, espadas de India, objetos del antiguo Irán, pinturas clásicas de Europa, Rusia actuaba como polo de atracción para el arte y la cultura, mezclando todo esa aportación con la creatividad propia. En este sentido, durante siglos, Rusia se comportó como los demás grandes imperios europeos, con la particularidad de que, a diferencia de estos, cuyas colonias se situaban en otros continentes, Rusia tenía su espacio de proyección a través de la masa terrestre euroasiática.

Esta reflexión es importante, porque nos habla del momento actual de Rusia. Mientras los antiguos imperios europeos han tenido que adaptarse a un mundo global, y han compartido poder en los marcos institucionales euroatlánticos, Rusia sigue teniendo un estátus territorial que le hace más difícil definir su papel en el mundo. Las riquezas naturales que posee le dan una gran seguridad en sí misma, pero los problemas estructurales (población, infraestructura, estado de derecho) también están presentes, por lo que el proceso de adaptación debe continuar. Hay que esperar que la nueva etapa política le ayude a introducir las reformas necesarias para consolidarse como potencia moderna.

Los románticos alemanes hablaron de Volksgeist como el espíritu de un pueblo. Es obvio que Rusia tiene un espíritu propio muy intenso, y una gran capacidad de creación. Pero ese espíritu no es inmutable sino que debe adaptarse a los tiempos. Entre otras potencias culturales, España también tiene un espíritu muy marcado, renovado por la historia reciente. La clave es saber proyectar el espíritu de cada pueblo hacia el futuro, y saber reinterpretarlo en un mundo interconectado y en constante evolución.

sábado, 17 de marzo de 2012

Sonrisa



En El vellocino de oro, Frixo recuerda sus juegos de niño con Hele. Ella le engañaba con gracia y se escondía. Frixo primero se enfadaba, pero luego aceptaba el juego y terminaba más unido a su hermana, porque ella sabía utilizar su sonrisa, amplia y enamorada, para atraerle. Veamos este poema datado, en su primera versión, en 111 AD.







El brillo del agua en el torrente
se ha ido, las rosas han perdido
su frescura, el bosque es diferente,
no quedan polluelos en el nido.

Las musas del claro enmudecen,
en el día palidecen las cosas,
los soplos perfumados ya no mecen
esas esencias tan hermosas.

¿Qué ocurre?, ¿amor ya no porfía?
El sol se turba y va más aprisa.
Todo lo limpio, la luz y la alegría
se han fundido hoy en tu sonrisa.

Cuando tu ríes, mi espera termina,
y el mundo de belleza se ilumina.

sábado, 10 de marzo de 2012

Como el mar



Continuando la serie de El vellocino de oro, recuperamos ahora otra poesía entre la bruma de los tiempos, donde se describe la frustración de la pérdida. Frixo queda hundido por la ausencia de su hermana Hele. Ella se ha perdido en el mar y el barco debe seguir avanzando contra corriente sin poder volver en su búsqueda. Frixo no puede expresar el desconsuelo que le embarga.

Si mi empeño humano pudiera
vaciar con palabras tanto cielo
y cantar en silencio aunque fuera
el dulce amargo de este duelo …

Si tu alma de ave prisionera
hablase alguna vez sin atadura
y burlase nuestra cruel espera
mientras esta vida hueca dura …

Si por un segundo nuestras manos
levantasen el templo que desean,
cruzasen la gloria como alanos,
vivieran donde las olas pasean …

Si no fuera porque lo llaman amar,
este dolor sería como el mar.

sábado, 3 de marzo de 2012

Jumilla


Buenos amigos de Jumilla, mi tierra natal, han tenido a bien pedirme que pronuncie el Pregón de Semana Santa de este año, lo que para mi es un verdadero honor. La Semana Santa de Jumilla constituye una fiesta entrañable, llena de sentimientos nobles y energía, por lo que es muy fácil compartir su celebración. De ese lugar mediterráneo y mesetario, arropado por una familia ejemplar, aprendí valores fundamentales, como el trabajo, la superación constante de uno mismo, o la sinceridad. Luego resultó que esos valores eran universales, como iba aprendiendo con sorpresa al descubrir a los clásicos. Ese vínculo entre las raíces y lo más sublime de la cultura humana aporta una gran seguridad y capacita para transformar el mundo. El siguiente poema contiene un canto a la fuerza de esa tierra luminosa.

Tus laderas, mareas agraces de azul infinito,
despiertan hoy de un sueño frágil de invierno
para aprender que esta primavera no hay más miel que la sed.
Esas piedras afiladas como los pensamientos que regalas,
Jumilla, han conocido tanto tomillo y romero
han visto con su sonido de metal tantos arados
y han soportado tantos hombres y mujeres,
piedras compasivas, que han sentido con ellos
las alegrías y las penas de sus corazones alados,
soñando con nuevos horizontes.
Ese sentimiento del color del vino que en primavera se hace sangre,
olor penetrante que se despierta fértil en el sueño,
esos colores brillantes como el sol de madrugada,
brotes ácidos de viña y las águilas que sobre ellas se extinguieron
son la fuerza que alimenta el breve espacio de mi vida
mientras sucumbe la espera lejos de ti.
Pureza, franqueza, simpatía, templanza, esos valores sencillos,
son luces tenues en la ciudad lejana.
Venga sobre mí la estricta orden que impones
de realizar en tu nombre tareas imposibles,
esa rueda secreta e ilustre del tiempo
que va de tu tierra arrugada
a mi corazón herido
de tu Semana Santa
a la amargura de sufrir sin sentido.
Y al mundo que exige lo disfrutemos
también que lo amemos
y que desesperadamente lo salvemos.

domingo, 19 de febrero de 2012

El vellocino de oro



En El vellocino de oro, Robert Graves recrea la aventura de los Argonautas para recuperar la piel de un carnero que sirvió a los hermanos Hele y Frixo en su huida. Cuando el barco donde se evadían surcaba el Bósforo, Hele cayó al mar, y las fuertes corrientes impidieron rescatarla en un espacio que desde entonces se llama Helesponto. Otras versiones dicen que, con el viento del mar, Hele se convirtió en estrella, y figura en el firmamento. Los hermanos se amaban tiernamente y Frixo lloró la pérdida, recordando el tiempo feliz en que sus corazones vivían abrazados. Frixo pudo llevar a cabo su misión aunque vivió siempre atravesado por ese dulce sentimiento de ausencia. En su pasión sin nombre compuso varias poesías, una de las cuales ha llegado hasta nosotros.

Cuando allí, perdidos en la niñez,
me preguntabas toda inocente:
¿qué es amar? ¿un pájaro azul? ¿un pez?
nunca creí que estuvieras ausente.

Sobre el blando mar se alza tu lecho,
libre quisiste, hermana mía,
navegar tu rumbo, dar por hecho
nuestro tierno viaje a la alegría.

Sabes, sin ti, cuánto sufro en silencio,
sabes cuán errado es el camino,
se que sufrir por el viento es necio
y aun así sufro, ciego, mi destino.

Siento que tu amor es el pasado,
clamo por un futuro apasionado.



viernes, 10 de febrero de 2012

Siempre quedara la musica



Cortesia de un buen amigo, asisti a un concierto de la Orquesta de Paris en el Auditorio Nacional. Atras queda la ciudad llena de ruidos, entramos en ese espacio de dibujos del silencio. El programa era casi todo Ravel, y aqui los organizadores apostaron demasiado fuerte porque, a nuestros oidos descreidos, mucho Ravel puede resultar empachoso. La Rapsodia Española, que quizas era la pieza fuerte del programa, resultaba como un cultivador de ostras frances bailando flamenco. Con todo, la fuerza que tiene Ravel para deconstruir (décortiquer en la lengua vecina) las melodias fue muy efectiva en su Vals. Ese ritmo tiene una gracia especial, que hace levantar los pies y volar, pero Ravel lo analiza, lo disecciona y nos muestra sus componentes a traves de los diversos registros de la orquesta, para comprender que un vals no es un vals pero debe ser un vals.

El momento mas sublime del concierto fue la introduccion de Tzigane, cuando el violinista Philippe Aiche se explayo solo como verdadero virtuoso durante cuatro minutos, mientras la orquesta y el director aguardaban atonitos. Aiche hizo cantar a su violin como la voz humana, con palabras de madera y caramelo, y daba igual que simulara a un zingaro o las cuerdas hungaras o los pizzicatos italianos, lo importante era que penetraba en las mentes para sugerir poesia (aqui lo interpreta Leonard Schreiber con mucha menos alma). A todo esto, Lorin Maazel, el director, poco podia responder, debido a su edad senecta. Aunque Maazel estuvo mas animado con el Aprendiz de Brujo de Dukas, una pieza que en si misma es un relato, y con el bis final, es demasiado anciano. Lo que plantea la cuestion de si las grandes personalidades, aunque hayan sido excelentes en su campo antes como el mismo Maazel, no deberian retirarse en el momento idoneo para guardar el buen recuerdo de su carrera.

Lo mejor de la orquesta vino con el regalo final, que los musicos tocaron de memoria y con brio. La Guia de la Orquesta para Jovenes de Britten, sobre un tema de Purcell (aqui interpretada por la Orquesta de Gijon), sea cuando sea y como sea, viene a congraciarnos con la historia. En esa ultima exhibicion, la Orquesta de Paris demostro lo que vale, mas alla de la preparacion de un programa conveniente. En todo caso, el disfrute de la buena musica volvio a ocurrir en Madrid como por milagro. Pasa a escondidas, solo unos pocos pueden saborearlo, a veces es musica clasica, otras ligera y moderna. Pero siempre nos salva la musica. Contra la sinrazon, frente al desamor, ante los males del mundo que algunos futuristas vaticinan en el horizone, la musica es el consuelo mas profundo. Uno recuerda que, en tiempos oscuros, en los peores momentos de la historia, la creacion ha permitido transcender. La destruccion del silencio puede ser reparada por unas notas de violin. En la inmensidad de un universo sin vida, siempre quedara la musica.